La educación es un proceso
complejo, dinámico, atravesado por múltiples factores, su comprensión requiere,
necesariamente, una visión amplia, que entienda el carácter histórico de esta,
como de los fenómenos culturales que la atravesaron y que hoy continúan
haciéndolo. No podemos entablar una discusión en torno a esta a partir
simplemente de la opinión de algunos referentes del sistema, no porque no sean
valiosos sus aportes, sino porque dan una mirada parcial del problema, mirada
que por cierto es atravesada por cuestiones de índole político partidaria, como
también de una mirada inacabada de la educación.
En primer lugar hay que
entender el fenómeno educativo como ese proceso histórico complejo, diría, no
porque sea un descubrimiento mío, que hoy tenemos un sistema educativo
conformado por una estructura escolar diseñada en el siglo XIX, con docentes
formados bajo patrones del siglo XX y estudiantes del siglo XXI. Esa asimetría,
sugiere que la educación está necesariamente imbuida de una contradicción de
fondo, la coexistencia de estos elementos asimétricos, nos pone frente a un
desafío que necesariamente debe de ser abordado desde su complejidad. Sin duda,
que el avance imperioso de las tecnologías, nos pone a los docentes frente a
una complejidad aun mayor, los últimos diez años han dado el comienzo a una era
de características impensadas en términos tecnológicos, y es este fenómeno el
que hoy nos encuentra en un desafío, correrse del lugar preestablecido por la
educación.
Sin lugar a duda el estado
en los últimos diez años ha promovido un cambio de 360 grados en su relación
con el sistema educativo, la derogación de la ley Federal de Educación y su
remplazo por la Ley de Educación Nacional 26206 y su Ley de financiamiento Educativo,
han dado como resultado que hoy las escuelas estén sustancialmente mejor que en
décadas pasadas, esto no sugiere que no se deba continuar avanzando ni que no
existan falencias, pero si es pertinente destacar el cambio de época en cuanto
a cómo el estado pretende hacerse cargo de la educación desde todo punto de
vista. Y es precisamente en ese hacerse cargo que nos encontramos hoy frente
a determinadas complejidades.
La aparición de las
neetbook en el seno del sistema educativo, como forma de acortar la brecha
digital y promover igualdad de oportunidades a todos los estudiantes,
representa sin duda uno de los mayores avances en el campo de la educación, no
solo por el soporte digital que sugiere una mejora en la calidad, sino también
porque pone en el seno de la discusión el rol que debemos jugar los docentes y
bajo que parámetros de carácter pedagógico nos movemos. Si la pretensión es
saber más que nuestros estudiantes en cuanto al dominio de la tecnología para
así poder brindar esos conocimientos, estamos cuando menos equivocados, lo
cierto que las competencias que estos nativos digitales (por dar alguna
adjetivación), poseen son ampliamente superiores que las que, dentro de
nuestras posibilidades, podamos adquirir vía capacitaciones, es en este sentido
que las existentes instancias de formación que brinda el estado, serán siempre
insuficientes. Esta afirmación no sugiere que sean incompletas las
capacitaciones y mucho menos que no existan, la formación docente, vía INFOD,
ha sido uno de los pilares del cambio acontecido en los últimos años en materia
educativa. Sin embargo es preciso entender que los roles deben modificarse,
debemos abandonar ese lugar de poder preestablecido para el docente en donde el
conocimiento de determinadas cosas nos daba. Hoy es necesario saber que es
posible que el estudiante domine de mejor forma algunos aspectos dentro del
aula, esto sugiere que el proceso de enseñanza aprendizaje ha pasado a ser un
proceso de mutuo intercambio, donde los conocimientos se comparten. Y es ahí
donde radica el desafío central de la educación en nuestros días, corrernos y
aceptar el nuevo rol que nos tiene asignado este cambio de época.
Cuando sugerimos que el
sistema posee falencias, y para esto deambulamos en las opiniones y
experiencias parcializadas de fallas del mismo, en realidad no estamos
descubriendo nada nuevo, solo estamos parcializando el análisis. No porque no
existan fallas, sino porque básicamente siempre existieron, siempre hubo
aspectos por corregir, siempre falto algo y siempre hay que mejorar. Sin
embargo, es necesario, comprender que hoy, la educación se encuentra en proceso
de transición, donde conviven formas y métodos de otros tiempos con los nuevos.
Es decir hay un modelo educativo que entro en crisis y otro que está naciendo,
esto implica que van a existir tantas opiniones y experiencias como actores
existan y es ahí donde se torna necesario, entablar diálogos que no solo
describan parcialmente cuales son los aspectos negativos, sino que también que
incorpore el análisis profundo de cuáles son las condiciones históricas,
pedagógicas y culturales que atraviesan el sistema educativo en su conjunto.
La realidad indica que hoy
debemos hacernos cargo de los nuevos tiempos, tanto el estado brindando las
herramientas necesarias como así también los docentes asumiendo ese nuevo lugar
que nos toca. Sin duda que estamos frente a un cambio de época, valdrá del
compromiso de todos para que el futuro sea más o menos auspicioso, aunque con
seguridad habrá nuevos desafíos que asumir.
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